Decisiones

 

Decisiones.

Cuando mis hijas emigraron de Venezuela me quedé por un tiempo con la sensación de vacío y soledad.

Después de algunos días o semanas en las que viví mi duelo por la partida de mis hijas, comencé a mirar lo que vivía desde un punto de vista más amable para mí corazón, fue cuando decidí aceptar con amor por mi y por ellas que lo que estaba viviendo estaba bien para las tres, que era lo que correspondía en nuestras vidas para nuestro crecimiento como personas. Fue entonces que comencé a hacer cambios en mis pensamientos y en consecuencia a disfrutar de mis conversaciones con ellas, pese a la distancia, dejaron de ser tristes para convertirse en conversaciones amorosas, felices y prometedoras.

En mis momentos de soledad y quietud me reía mucho de lo que recordaba de ellas, siempre habían recuerdos amorosos, felices y divertidos,  recuerdos que me llenaban de orgullo y de esa sensación de de gratitud por tenerlas conmigo, en mi corazón, y por haber dado lo mejor de mí en cada momento con ellas.

Esto nos sucede a todos quienes hemos vivido la separación por mudanza, cambio de país y hasta la separación por muerte, en el amplio sentido en el que podemos usar la palabra.

En todo lo que vivimos, en cada experiencia generalmente hay dos opciones, dos caminos o rutas a transitar. Uno es el camino que ofrece sufrimiento, con recuerdos desde el dolor y la añoranza con tristeza y padecimiento de la situación, con una visión negativa y oscura de lo que estamos viviendo, de la separación y la ausencia. Es la opción en la que te quedas anclado en el dolor, pensando en lo que pudo ser y no fue, en que el cambio fue negativo para todos y en el que no puedes ver lo bueno de la situación, así que cierras tus ojos a descubrir las bendiciones que vienen en cada vivencia y las bendiciones que siempre tuviste, es la opción en la que nadie gana, es la más egoísta opción, con uno mismo y con los demás. 

El otro es el camino donde los recuerdos llegan a ti y aunque extrañas y quisieras estar más cerca, no sufres, puedes sentir tristeza es válido, pero no es la tristeza que te lleva al cuarto oscuro del sufrimiento, comprendes que lo que vives es lo único que pudo pasar y tratarás de hacer lo mejor que se pueda con esa realidad. Comienzas a aceptar y a amar lo que es, y con ello te comienzas a llenar de alegría, alegría que trasmites a las demás personas involucradas en la situación. Es más justo con uno mismo y con los que no están cerca.

Todo se trata de tomar una decisión amorosa, esa decisión es quedarnos con lo mejor que vivimos cuando estábamos juntos, llenarse de gratitud por ese tiempo vivido, se trata de conectarse con lo que nos hace sonreír y florecer. Vivir a plenitud el momento presente con lo que tenemos cerca y en nuestros recuerdos, se trata de llenar el corazón con las mejores experiencias vividas y desde allí hacer nuevos planes juntos, tener un sueño, un propósito de vida y así llenar nuestra existencia de sentido, cuidando de nosotros, de nuestras emociones y de nuestro bienestar. 

Luego de varios años cuando me reencontré con mis hijas, entendí que abrir sus alas y volar del nido, fue lo mejor que pudieron haber hecho, observé la transformación de ellas, el crecimiento, me llenó de orgullo. Ver en lo que se convirtieron, unas hermosas mujeres independientes  llenas de virtudes. Lo más hermoso de todo es que pese a la distancia, al tiempo y a los cambios que dieron, sus corazones permanecen llenos de amor así como el mío.


Emilu.


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