Nuestro estado natural

 El amor, la dicha y la paz son nuestro estado natural, es nuestra herencia. Esto lo hemos olvidado.


Aunque parezca extraño, tenemos adicción al drama, a sentirnos tristes, a buscar cualquier motivo para preocuparnos, para entrar en el conflicto y en la insatisfacción. Y es que somos muy condescendientes con las divagaciones de nuestra mente. Olvidamos que no es cierto todo lo que nos dice nuestra mente, también olvidamos que no tenemos una percepción real de lo que vivimos. No nos detenemos a decidir dudar de ello  y cuestionarlo.


Hace un tiempo me he hecho consciente de esto, he reconocido sentirme en paz, feliz y tranquila, y allí, sintiendo plenitud en el presente, observo como ocasionalmente ha saltado un pensamiento que generalmente está lleno de miedo, o un recuerdo de lo que pudo ser y no fue, o cualquier vago recuerdo no grato, entonces reconozco que es mi mente saboteando mi presente. 


Mi mente también me ha hecho la jugada de hacerme  experimentar la sensación de no confiar en mis decisiones, esto es lo mismo, un autosaboteo. 


Cuando tomo consciencia y cambio mi pensamiento, entiendo que soy la responsable de permitirlo, entonces comprendo que no sentirme merecedora de la plenitud,  de lo bonito, lo sano y lo bueno, trae como consecuencia la culpa. Asumir la responsabilidad, me lleva al perdón y la paz. 


Ahora estoy más alerta, estoy más conmigo, sintiendo, observando mi mente y mis pensamientos. En ocasiones he logrado detener ese pensamiento que sigilosamente llega y pretende robarme la paz.


Cuando me he dado cuenta, observo el pensamiento, lo cuestiono y sé que no es verdadero, entonces le he hablado en tercera persona, y aunque parezca loco, funciona para mí. Le quito mi atención, no le permito tomar el control de mi mente y emociones. Acto seguido me digo: merezco  lo bonito, lo tranquilo y lo amoroso, esta es mi herencia y la reclamo.


Cuando comprendemos que nuestra mente es dual, que una parte de ella es ego, y que ese ego es el que pretende mantenernos en conflicto con nosotros mismos, es cuando podemos decidir mantenernos alerta y en observación.


Siempre tenemos la opción de volver a elegir, podemos elegir escuchar al ego o no. Si elegimos escucharlo éste nos llevará al conflicto,  y si no, estaremos eligiendo escuchar a esa otra parte de nuestra mente, la espiritual, amorosa y pacífica, la que es nuestra esencia natural, es decir la que nos habla del amor que somos y merecemos.


Cuando elegimos la paz, estaremos eligiendo  observar nuestra mente, estar alerta a nuestro sentir, estaremos entrando en un proceso que requiere dedicación y sinceridad con nosotros mismos. Es entrar en un camino de ida, sin regreso y quizás sin fin. Es un camino que no está exento de dificultades, es una de las rutas que me mantiene con el propósito de lograr, cuidar y no negociar mi paz.  




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