La rabia y la tristeza fueron un día a una laguna, ambas se quitaron sus ropas y entraron al agua. Al cabo de un rato la rabia con su forma de actuar rápida, ciega y sin pensar salió del agua y sin notarlo se vistió con la ropa de la tristeza, luego cuando la tristeza en su lento y desanimado andar, sin ningún apuro de irse salió del agua no vió su ropa, solo vió la ropa de la rabia y como no le gusta quedarse al descubierto, se vistió con la ropa de la rabia.
Jorge Bucay.
Cuando mis hijas eran pequeñas, mi familia y yo viajamos a la playa anualmente, muchos de esos viajes son inolvidables por diferentes razones. Hubo uno que no olvido, ya no recuerdo cuántos años han pasado de eso, ya no recuerdo qué año era.
Viajabamos felices, llenos de alegría mirábamos el paisaje, el largo recorrido para llegar a la playa transcurría entre comidas, historias, música, sueños, juegos y cansancio que a nadie importaba, lo importante era pasar unos días juntos en un ambiente diferente, de vacaciones.
Recuerdo claramente que faltaba poco para llegar cuando vimos en la vía una bicicleta dañada y al lado lo que parecía un pequeño cuerpo cubierto con sábanas blancas. Escribiendo esto vuelvo a experimentar lo que sentí en aquel momento, tristeza, desconcierto, angustia y una necesidad grandísima de evitar que mis hijas presenciaran aquello. Recuerdo que me aturdió el silencio, nadie supo qué decir.
Llegamos al lugar donde estaríamos varios días, yo estaba muy disgustada, irritable. Recuerdo haberme preguntado: ¿Por qué sentía aquello? no era lógico, pero si normal.
Fué allí, y en ese momento que comencé a indagar en mis emociones, es el primer paso para luego gestionarlas. Mucho tiempo pasó de aquello cuando a través de la lectura de ese cuento de Jorge Bucay logré comprenderme.
Detrás de la rabia subyace la tristeza que no se ha sabido gestionar, y detrás de la tristeza se esconde la rabia que inconscientemente ocultamos. Podría decir que son las caras de una misma moneda.
La comprensión de esto me ha llevado a indagar en mis emociones para poder gestionarlas y cada vez ser menos reactiva a las experiencias que vivo.
La sanación comienza con el autoconocimiento y en trabajar para superar el miedo a conocernos.
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