El privilegio de sentir

Sentir  es un privilegio,  te recuerda que estás vivo.


Sentir es un privilegio aunque consideremos algunas sensaciones como negativas, todas nos muestran nuestras reacciones ante las situaciones que vivimos, todas hablan de nosotros.


Hace unos días estuve frente a una situación de decisión trascendental en mi vida, me sentí como nunca antes, mi corazón estaba acelerado, estaba en presente escuchando de manera consciente lo que la vida me ofrecía. Me permití observar y reconocer cada sensación en mi cuerpo. Pude sentir como se hacía un nudo en mi garganta que no me permitía hablar, también como se erizó mi piel, sentí mi corazón amarrado, estas sensaciones me paralizaron por unos instantes y me sentí abrumada. La sensación se liberó cuando rompí en llanto sin poder detener mis lágrimas.   


Pasaron unos minutos para comprender que lo que sentí fue miedo, y algunos días para comprender para qué lo sentí.


Hice un recorrido por los miedos que he experimentado, gestionado y algunos superados, pero ninguno era igual a éste, esto era algo diferente.


Los miedos que había sentido en el pasado me hablaban de experiencias externas como miedo a estar sola, a enfermar, miedo a las alturas, a quedarme encerrada en un espacio reducido, entre muchos otros.  


Este era diferente  porque éste miedo era interno, tuve que aceptar lo que sentía e ir en diferentes ocasiones al silencio y a la quietud que generalmente me grita la respuesta a mis preguntas.

Con humildad abracé la respuesta, que esta vez fue miedo a mi misma, a que mis propias acciones y decisiones  traigan como consecuencia traicionarme.


Sentimos miedo cuando algo valioso para nosotros corre peligro. En esta ocasión estaba en riesgo mi  coherencia, esa que quiero alcanzar en mi vida, eso que considero que me ha costado esfuerzo, dedicación, determinación y acción, estaba siendo amenazado por mi misma. 


Estuve como muchísimas veces,  frente a una bifurcación en mi camino: Decir sí, a algo que no deseo y acceder por compromiso o activar el egoísmo sano y decir no. Decir lo que en realidad yo deseaba era lo que traería paz a mi corazón.


En el momento de responder, sentí como el miedo se hacia presente y no pude hablar, lo cual me salvó de decir una incoherencia. 


Así que después de aceptar mi sentir y recordarme que no quiero negociar mi paz, pude dar una respuesta clara, expresando mi sentir desde el amor, mi sentir sincero.


Ser coherente en pensamiento, sentimiento, acción y expresión con nosotros mismos y con los demás nos lleva a la paz.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

La cocina en mi familia

Una vida con sentido.