Ver a mi familia y compartir con cada uno de ellos ha sido una gran experiencia,  nutritiva desde todos los puntos de vista. 


Me recargue de energía positiva,  aprendí algo de cada uno, me asombré por ver algunos cambios en ellos y más aún cuando observé lo cambiada que me sentí en algunas ocasiones.


Antes pensaba que las personas que nos hemos separado de nuestra familia por los motivos que sean, queremos reunirnos eventualmente,  ahora después de haberme encontrado con parte de mi familia, pienso que es un deseo a cubrir.


Ver a mi gente me recompuso, me reinició y me reconectó con mis raíces y a lo que pertenezco. Reunirme con mi clan significa para mí, cuidar de mi salud emocional.


Aunque las actividades del día a día me absorben,  y parece que me distraen de lo verdadero, reconozco que siempre he  extrañado sus voces y maneras de actuar,  extraño la dinámica de relación que tenía con cada uno, las rutinas, las risas, alegrías y las tristezas que compartimos juntos.


Mientras escribo llegan a mi mente  muchas personas conocidas, amigos y desconocidos que por diferentes razones no pueden reunirse con sus amores, los comprendo y me hago solidaria con sus corazones. Pienso que desear abrazos de familia se convierte en un estímulo que ayuda a mantenernos en el camino elegido.


Un día antes de mi despedida,  tuve un gran nudo en mi garganta, un conflicto reflejado en mi estómago y mi corazón afligido se hizo sentir. En mi silencio toqué la puerta de mi corazón, amorosamente entré en él a escucharlo y a sentir lo que tenía sensiblemente para mí. 


Encontré que, lo que parecía evidente no era lo que me hacía sentir afligida. Encontré que me sentía muy feliz y agradecida de haber tenido la oportunidad y el regalo de abrazar a parte de mi hermosa familia,  pero además, sentía que no quería despedirme y sin embargo, yo quería volver a mi vida diaria, a mi rutina y a mis proyectos de vida felizmente puestos en pausa por dos semanas.


Cuando logré reflexionar, con mis pensamientos y sentimientos más calmados descubrí que el conflicto se transformó en gratitud por lo vivido, entendiendo que tanto ellos como yo hemos decidido  caminar por rumbos diferentes y así seguiremos. También comprendí que en nuestro andar siempre habrán bifurcaciones que nos lleven a coincidir en la ruta para recargarnos, para vernos y para saber que siempre estaremos los unos para los otros. Que en mí siempre encontrarán apoyo, y yo en ellos. Que los cuerpos están separados, pero nunca los corazones. Y que al final de todo, esa es mi familia eternamente amada, cerca o lejos,  siempre estamos cerca.


Comprendí que amo lo que tengo, lo que es, lo que está sucediendo en mi presente, que la vida nos traza a cada uno rutas diferentes para florecer, para crecer, desarrollarnos  y trascender.


En total gratitud, acepto, bendigo y amo mi camino. Lo transito con la certeza de saber que siempre estoy sostenida.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

La cocina en mi familia

Una vida con sentido.