La puerta del cielo.
Puedo abrir la puerta del cielo, mientras sigo en la tierra viviendo mi experiencia humana.
Hoy imaginé una puerta dentro de mí, la vi blanca, brillante y con hermosos vitrales, su cerradura y su llave tienen bellos detalles dorados. Sosteniendo la llave en mis manos descubro que tengo la libertad y seguridad usarla cuando lo desee.
Esa puerta representa un espacio privado de mi interior. En ese espacio puedo recordar escenas bellas de mi pasado, así como crear escenas imaginarias en las que decido creer.
Con la humildad necesaria me retiro de las exigencias, incertidumbre y necesidades del afuera. Entonces esté donde esté físicamente, puedo ir a dónde sienta la necesidad de ir, pues abriendo esa puerta puedo acceder a cualquier lugar y a cualquier recuerdo.
A veces abro esa puerta, y me abrazo con mi mamá, le cuento lo que me aflije y ambas nos expresamos el amor que sentimos.
También puedo ir a mi pasado, cambiar la manera de ver lo que viví, observar con compasión mis dolores de infancia y abrazarme a mi niñita interior para transmitirle la seguridad de que todo estará bien.
Abriendo esa puerta luminosa tengo acceso a crear mi presente. La abro, entro y observo lo que tengo hoy, lo que soy y en gratitud me siento ahí, en el sofá de la plena consciencia de vivir y amar mi presente.
Puedo abrir la puerta y entrar a ese lugar interior donde me encuentro conmigo misma, donde me escucho y valido lo que siento, ese lugar donde me siento segura, completa y amada. Voy adentro donde no hay disfraz, ni máscara, y justo por eso cada día encuentro más razones para permanecer en ese lugar.
Luego de un ratito yo decido salir de ese espacio, cerrar amorosamente esa puerta y regresar a mi realidad, a seguir con mi vida y mis rutinas sabiendo que siempre puedo regresar al lugar de donde vuelvo con respuestas y con mi corazón pleno de tranquilidad.
Cuido la llave que me da acceso a ese sitio donde puedo reconstruirme, donde puedo observar lo que habita en mi universo, donde hay el silencio necesario para escuchar la verdad de mi corazón, donde no hay juicios y donde comienzo a cultivar la plantita del amor propio.
Con gratitud entro en la incondicionalidad del amor, dónde todo es perfecto y nada falta.
Emilu.
Comentarios
Publicar un comentario