No tengo verdades, tengo esperanzas.


La vida me ha llevado por un camino de transformación, de cambios grandes. Estos cambios no se detienen, estoy en constante movimiento.


La que fui ayer, ya no soy hoy; lo que pensé ayer, hoy puede ser diferente. Lo que creí también. Voy cambiando, transformándome, aprendiendo y compartiendo. Pienso que es como actualizar mi software o mi app.


Lo que escribo hoy quizás mañana pierda vigencia para mí, porque escribo procesos en el momento en que se van dando. En algunos veo resultados y en otros no, pero eso también va cambiando, porque son procesos humanos, y aunque son orgánicos, también son complejos.


Lo que escribo y hablo desde mi visión, empañada por mis creencias, proyecciones y percepciones, lo hago con toda honestidad y humildad, esto me permite decir: “estuve equivocada, cometí errores, me tropecé y esa soy yo”.


Soy humana, vulnerable y no desisto, insisto en seguir mi crecimiento con el propósito de descubrir quién soy, de dejar que aflore mi auténtica esencia, con mis luces y sombras, con mis caídas y también con mi decisión de levantarme de cada una de ellas. Mis caídas han sido las que he necesitado e indago en ellas hasta encontrar el oro oculto que traen para mí.


Lo que comparto son mis experiencias y mis aprendizajes personales. No pretendo inspirar o iluminar. Creo que inspirar es un propósito ambicioso, que quizás se dé sin proponérmelo, lo mejor que puedo decir es que escribo desde el amor, pretendiendo cambiarme a mí misma.


La espiritualidad detrás del cambio es observar un cambio consciente; esa consciencia del cambio me lleva a desarrollar una virtud humana… o unos mejores valores para mí.


Honestamente, voy compartiendo mis vivencias y mis aprendizajes, que están llenos de aciertos y desaciertos.


Emilu.


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