Caminaba por la ciudad.

Caminaba por la ciudad.

Reaccioné y reconocí estar caminando por la vida, distraída. Mientras andaba recordé las amorosas  palabras de Facundo:

“Estás distraído de la vida que te puebla. 

Tienes corazón, cerebro, alma y Espíritu.

Estás distraído de la vida que te rodea, delfines, montañas, bosques, mares, ríos.

No es malo vivir solo, la paso bien decidiendo a cada instante lo que quiero hacer y gracias a la soledad me conozco, algo fundamental para vivir.

Es imposible perder algo porque todo te fue dado.

No eres dueño de nada. 

La vida no te quita nada, te libera de cosas, te alivia para que vueles más alto y alcances la plenitud.

Encargate del presente”.

Recordar esto fue como recibir un rayo, un destello de lucidez que me trajo al presente, a decidir disfrutar de lo que tengo, de lo que es. Más allá de disfrutar, agradecer este momento, mi presente, la oportunidad de vivir.

Cambiar la percepción para ver y experimentar todo como un milagro, lo que me lleva a la sensación de que nada necesito, porque todo se me ha dado, y esto es hacerme cargo de mis deseos.

A través de las palabras de Facundo le doy valor a la libertad, lo que me lleva a relacionarme con mis amores sin juicios, ejerciendo mi libertad de ser auténtica.

Me abro a relacionarme sanamente, queriendo que quien esté en mi vida no me necesite para vivir, lo que quiere decir; que cada uno se haga responsable de su vida. No obstante, si su vulnerabilidad se asoma, sepa que mi amor es sostén y paciencia. 

Quiero no necesitar de los demás, lo que quiere decir que los he liberado de tener que sanarme, hacerme feliz, salvarme, o completarme, pero que cuando mi vulnerabilidad aflore sepa que su amor será para mí el refugio donde poder descansar. 

Así me doy cuenta que cada día me gusta más caminar por la vida.

Emilu.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

La cocina en mi familia

Una vida con sentido.