Perdón y Gratitud
Desde hace tiempo practico la gratitud, leo sobre el tema, escribo, reflexiono y vivo la experiencia de sentirla. Experimentar la sensación amorosa que produce vivir con actitud de gratitud me inspira y me invita a compartir.
La gratitud cambia tu visión, cuando decides ponerte los anteojos de la gratitud y miras a través de esos cristales especialmente tallados, es cuando puedes ver detalles que antes pasabas por alto o dabas por sentado.
Cuando ayudo a otras personas a transitar un camino que los lleve a su estado natural que es la Paz y el amor, les hablo de la gratitud y ha sido esa experiencia lo que me llevó a reflexionar sobre la relación que observo entre el Perdón y la Gratitud. Y es que la forma en que percibimos y vivimos nuestras experiencias y algunas situaciones podrían nublar nuestra visión, es la percepción errada la que no te permiten ver que siempre hay motivos para agradecer y aunque no veas motivos para ello, agradecer hará que los veas.
Tratando de entenderlo para poder hacerlo como un servicio para mi propio beneficio y el de los demás, me di cuenta que hay situaciones que requieren ser perdonadas para luego poder agradecer por ellas.
Eso me llevó a indagar en mi corazón, si sostengo un mínimo resentimiento la gratitud no entra allí, hay que liberar el espacio que ocupa el resentimiento, la culpa, el dolor, el sufrimiento, la incomprensión y el juicio, para después de ello, en ese espacio liberado, vacío de miedo, poder llenarlo de gratitud, aprendizajes y nuevas decisiones que nos lleven a experimentar la paz.
¿Qué es lo que tendría que perdonar?, la respuesta la puedo resumir en perdonarme a mi misma por haber hecho juicios de mí y de otras persona, eso lo abarca todo, mi visión desde el miedo y no desde el amor, mi incapacidad para ponerme en el lugar de otros, mi percepción errónea de lo vivido, además perdonar los juicios que he hecho de las situaciones vividas que me hicieron pensar que eso no debió ser como fue, que los demás deberían ser y actuar diferente, de otra forma. Pienso que el perdón actúa como un limpiador del cristal de las gafas a través de las cuales estaba mirando.
Con esas gafas empañadas no puedo ver el milagro que soy, debo perdonar la percepción errada de mi misma, perdonarme por no creerme que fui creada a imagen y semejanza de la fuente amorosa de la que procedo. Cuando consiga reconocerlo podré agradecer.
Un corazón resentido no puede ser feliz, no puede agradecer.
Para agradecer tengo que usar unas gafas especiales que me ayuden a mirar hacia dentro y no hacia afuera, es posible que cuando solo mire hacia afuera vea escasez y limitaciones, una mente ve que escasez no puede agradecer.
Para agradecer genuinamente, debo comprender y creer que poseo todo lo que necesito dentro de mí, que allí no hay escasez, que todas las soluciones a los aparentes problemas que vivo se encuentran en mí. Para ello debo perdonarme por no creérmelo.
Perdonarme por no creerme el ser increíble, infinito y abundante que soy, para luego entender que agradecer de antemano lo que deseo, es tener la certeza de que ya existe para mí y lo veré manifestado en mi realidad.
Agradecer es la clave para ver, percibir y sentir diferente la experiencias que vivo en mi dia a dia, comprender esto me llevará a ver cambios en mi vida. Ese cambio es el de la percepción de mi misma.
El perdón y la gratitud van de la mano. La decisión de comenzar a vivir en gratitud te va a llevar a la necesidad de tomar la decisión de perdonar todo, no importa que, es un proceso que se da a la par y que además es más fácil cuando van juntos.
Concluyo con una frase de un curso de milagros: La paz interior es nuestro único objetivo y el perdón es nuestra única función. La gratitud está presente tanto en nuestro objetivo como en nuestra función.
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