La cocina en mi familia

Mi memoria gustativa, aquello que me lleva a mi infancia, está llena de sabores de la cocina italiana

Con solo percibir esos aromas y sabores, me transporto  fácilmente a mi casa materna y a revivir momentos y rituales que atesoro en mi memoria.

El olor de las deliciosas salsas y pastas, los panes y galletas, los vegetales aromáticos y ricos. 

El aroma de la albahaca, el orégano, el romero o el laurel; el aceite de oliva y los salchichones. Los chorizos, la mortadela y las nueces

También marcaron mi infancia los sabores de los más ricos postres tradicionales venezolanos: el bienmesabe, el dulce de leche, el dulce de leche cortado con limón, la deliciosa jalea de mango, el arroz con leche, el majarete de mi pueblo, la gran variedad de tortas, dentro de las cuales destaco —según mis gustos— la de plátano. Solo por nombrar algunos. 

Mientras hago memoria para mencionarlos, mi mente vuela a las cocinas de mi infancia, a los aromas que danzaban en las casas en las que crecí.

Los secretos:

En mi familia, los postres más que dulces son tradición.

Hay recetas que llevan nombres inventados por mis ancestras y transmitidas de generación en generación, junto con consejos que cada uno repite sin omitir ni cuestionar detalles. 

También se han transmitido los “secretos” que hacen de un postre un verdadero manjar de los dioses.

Solo algunas personas de la familia conocen esos secretos y los transmiten a quien realmente se interese en lograr la réplica exacta de la receta.

Ese interés, esa insistencia en alcanzar la mejor versión del postre, la más parecida a la original y al recuerdo de su sabor familiar, convierte a esa persona en heredera del secreto que la llevará al éxito.

Era importante repetir los pasos de nuestras ancestras, quienes pasaban horas en aquellas cocinas llenas de especias que aromatizan mis recuerdos de hoy: 

El olor del almíbar con canela y clavos; la fragancia del anís estrellado; la piel de las naranjas que salpican sus aceites mientras mi abuelo las pelaba. El coco recién abierto en un juego familiar y su agua fresca que mis tíos disfrutaban. El limón verde, ácido y aromático. El mango delicioso, fruto  de los árboles que crecieron a mi lado como hermanos.

Escenas de la cocina.

Recuerdo a los comensales dando su opinión sobre el resultado del postre, en las tardes plácidas y tranquilas en que se evaluaba y valoraba el trabajo en la cocina. 

Cada observación, era una invitación a hacerlo mejor la próxima vez.

Así en cada intento de preparación de la receta se iba logrando el objetivo: traer a la memoria el sabor reconocido de quien lo hacía mejor. Y aunque esto es totalmente subjetivo, seguía siendo un reto delicioso. 

Los actos llenos de amor:

El empeño y la dedicación, con entusiasmo por lograr la mejor versión de la receta.

Reunirse y planificar la elaboración de un postre, con el único interés de llevar alegría, gozo y placer a los demás.

Muchas personas podemos expresar lo que sentimos a través de un platillo en el cual el ingrediente fundamental es el amor.

El legado: 

Mi mamá fue una gran cocinera: de paladar refinado y con maravillosas habilidades para mejorar sus recetas; entusiasta y amante de la buena comida. 

Ella heredó algunos secretos de familia y también creó sus propias técnicas. 

Yo poseo algunas habilidades en la cocina que aprendí observándola. Ella me inspiraba mientras desarrollaba sus recetas. 

Siento que todo ese legado está impreso en el inconsciente familiar y que se ha expresado a través de mí en mi trabajo.

Hoy en día la entusiasta por los postres es mi hija, quien dice que la repostería es su pasión y que hacer un postre la relaja. Veo en ella el dulce talento que desarrolla con facilidad y creatividad.

Ella utiliza el amor en sus preparaciones, que cada día mejora con empeño, dedicación y entusiasmo.

Es la digna heredera de los secretos reposteros que le doy sin miramientos. Paso a paso va desarrollando técnicas y secretos que se suman a los que hemos ido heredando. 

Hoy, los ricos aromas tradicionales y también los nuevos danzan en la cocina de mi hija, en tierras lejanas, donde crece un talento con raíces de nuestra familia.

La presencia en la ausencia.

Muchas veces, cuando cocino, siento a mi mamá presente en mi mente y en mi corazón. Sus recuerdos se convierten en su presencia, y también la de mis ancestras en la cocina. Siento que es un acompañamiento amoroso que me envuelve y me llena de gratitud por los dones y talentos que mi hija y yo hemos recibido.

Hoy, cuando ella me pregunta algo sobre una receta, recuerdo con ternura una anotación en un libro de mi mamá:

 “En este punto de cocción tenga cuidado de no quemarse con las salpicaduras de leche”. 

Cuando lo leí por primera vez, sonreí. Es un comentario sencillo, humano y bonito, escrito a mano por mi mamá. 

Hoy, cuando transmito una receta a mi hija, me descubro dándole ese mismo tipo de recomendaciones, nacidas de la experiencia, pero cargadas de cariño.

La dulzura de vivir.

He trabajado en cocina por muchos años y, con amor, afirmo que es un verdadero placer elaborar preparaciones dulces, las que he hecho de manera profesional.

Hoy preparo algunas recetas totalmente diferentes a las de mi país y a las de mis recuerdos. Sé que los sabores que ahora pruebo y los aromas que hoy danzan en la cocina donde trabajo serán parte de la memoria gustativa de otras personas. Estoy feliz, encantada y agradecida de ser parte de ello.

Me dediqué a desarrollar el lado dulce de la vida y, ahora, decido disfrutar de la vida con todos sus sabores.

Emilu.

Nota: Este texto es una invitación a revisar el legado que nos dejan nuestras ancestras, y a saber que si podemos cuestionarlo.

Cambiarlos con la conciencia de saber: Que, lo que fue bueno para ellas, quizás en este momento de la vida, no lo es para nosotras. Que ellas hicieron lo que pudieron con lo que tenían y nosotras somos las llamadas a revisar y trascender sus creencias que puedan estar activas en el inconsciente familiar.

En un acto de amor por mi familia:  libero a mis ancestras, las amo y las honro, me libero, me amo y me honro y así libero a mis hijas, las amo y las honro.

Gracias.

Comentarios

  1. Que hermoso texto y que lindo honrar a tu mami de forma tan eterna!

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  2. Muchisimas gracias por entrar a mi blog, y por tu comentario. Un abrazo cariñoso

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  3. Me encanto tu escrito: La cocina en mi familia, lo disfrute y pude sentir todo lo que narras Emily, un abrazo con cariño, te auguro éxitos en tu vida. Dios te bendiga abundantemente 🫂🌹💞

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  4. Gracias, muchas gracias. Por los comentarios, por entrar a mi blog y por leer. Un abrazo

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